Palabras pronunciadas por el joven graduando Juan Carlos Varela, Presidente de la República de Panamá 2014-2019, en la graduación del Colegio Javier en el año 1980. |
Para mi es un honor dirigirles estas palabras a nombre propio y de mis compañeros, en este momento en el que recibimos el preciado diploma que certifica la culminación de nuestros estudios secundarios. Ahora cuando la emoción se apodera de nuestros cuerpos, pasan por nuestras mentes recuerdos gratos de lo que fue nuestra vida colegial, recuerdos de los momentos tristes y felices que compartimos juntos con padres, profesores y maestros en la que un día fue nuestro segundo hogar.
Recordamos con nostalgia: Nuestras
primeras amistades. Nuestra graduación de sexto grado. Recordamos aquella
primaria, aquel silencioso edificio que vio con el pasar de los años, como
aquel niño travieso se iba convirtiendo en un joven responsable. Nos vienen a
la mente aquellos inolvidables años de secundaria, donde trabajábamos junto a
nuestros profesores por nuestra educación; nuestra partida al servicio social,
y este inolvidable último año en un curso donde reinó el compañerismo y la
camaradería. Pero todos estos recuerdos; toda esta nostalgia, se convierten en
alegría al saber que hemos culminado satisfactoriamente nuestros estudios, al
saber que saldremos a la vida con una preparación tanto académica como social
muy difícil de superar; es ahora cuando nos damos cuenta lo mucho que valieron
las horas de estudio y de trabajo. Hoy, culmina esta primera etapa de nuestra
educación; no nos queda más que agradecer a esta grandiosa familia javeriana.
A ustedes profesores, que
trabajaron constantemente durante tantos años, día tras día para darnos una
educación de la cual nos sentimos orgullosos; sabemos que lo único que ustedes
buscaban era brindarnos la mejor educación posible, nadie más que nosotros les
podemos decir que cumplieron con su objetivo, que cumplieron su tarea. Nunca los
podremos olvidar, pues gracias a ustedes, a sus horas de trabajo y de estudio,
es que hoy podremos recibir este diploma.
En lo más profundo de nuestros
corazones guardamos su ejemplo de profesores, de consejeros y de amigos para
que nos sirva en nuestra futura vida. Gracias a ustedes, Jesuitas; quienes nos
inculcaron con fuertes raíces la doctrina cristiana; quienes son criticados hoy
día de revolucionarios por aquellas personas que se sienten afectadas por las
voces de justicia y de libertad de la noble doctrina cristiana. Ustedes, que nos
enseñaron que la vida no era sólo el dinero, que abandonan sus hogares, sus
familias, sus amigos, su patria pues creen en la juventud, sepan, que no los
defraudaremos y serán las actuaciones de esta juventud la recompensa a tantos
años de trabajo y de sacrificio.
Por Ustedes Jesuitas se inició en
este colegio el servicio social; al cual le debemos mucho, fue este servicio el
que nos enseñó a interpretar la vida tal como es; fue el que nos hizo superar
nuestro egoísmo; fue en donde nos dimos cuenta que aquel hombre, aquel
campesino, no es ningún vago, sino un hombre trabajador al cual nunca se le ha
dado oportunidad de superarse; es un hombre pobre pero mucho más rico que
nosotros en espíritu, es aquel hombre que comparte lo que tiene, mientras
nosotros rechazamos de dar lo que nos sobra. Fue este servicio social el que
nos hizo superar las divisiones que por diferencias económicas y sociales se
habían fomentado entre nosotros; así, nos convertimos en un grupo unido donde
la verdad se sabía que era una amistad.
Ahora, salimos a la vida consciente
de que no podemos ser felices mientras aquel campesino y muchos otros hombres
en nuestra patria y en el mundo entero, no tienen el derecho a una educación, a
una alimentación adecuada, no tienen ni siquiera el derecho a vivir. Poner
nuestra capacidad al servicio de los demás. Luchar por la justicia y la
libertad. Estos son los principios y los ideales cristianos que llevaremos con
nosotros hasta el fin de nuestras vidas.
Gracias Familia Javeriana, gracias
conductores, profesores, secretarias, padres, gracias al Colegio Javier por
estos momentos felices que vivimos en tus aulas, ha llegado la hora de
despedirnos y abandonamos este colegio, abandonamos nuestro Colegio, abandonamos
nuestra Alma Mater. Pero les prometemos llevar siempre adelante ese espíritu de
Javeriano, que nos formaron. Este espíritu de amor, de sacrificio, de servicio,
servicio a Dios, y a la Patria todos llevamos un difícil compromiso como
Javerianos, y es: forjar la paz donde haya violencia, imponer el amor donde
exista el odio, y luchar por la justicia donde reinen las injusticias. Como
Javeriano no podremos callar ni pasar indiferentes ante el sufrimiento de
tantos hombres.
En estos momentos, nos despedimos
de este edificio, de este Colegio, pues no seremos más sus alumnos regulares,
pero jamás, nos despediremos de este espíritu de Javeriano que llevamos toda la
vida en nuestros corazones. Sólo te pido Señor, que nuestras voces de denuncia
y de protesta no sean calladas por los intereses ajenos a tu voluntad. Adiós
Alma Mater, adiós Colegio Javier. Te estamos eternamente agradecidos pues no
hiciste de nosotros una máquina sin sentimientos ni conciencia. Gracia pues
porque hiciste de nosotros hombres de verdad dispuestos a luchar por un mundo
mejor.
Ha llegado la hora de partir; este
grupo de jóvenes, de graduandos se dividirá; cada uno tomará diversos caminos,
pero diversos caminos que nos llegará a un solo destino. Aunque separados
físicamente estaremos siempre unidos en la lucha por la construcción de una
Patria más justa, de una Patria más libre, y de una Patria más cristiana.
Muchas gracias.
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