Por Ricardo Arturo Ríos Torres
La nación panameña tiene una historia fascinante y maravillosa, en los quinientos años de su devenir épico desarrolla una lucha permanente por la libertad.
Desde Quibián, Urracá, Bayano, Felipillo, Pedro Prestán, León A. Soto, Victoriano Lorenzo hay coincidencia por afirmar ese ideal de solidaridad social.
Con el canal estadounidense nos enfrentamos a la prepotencia de su política colonial, manifiesta en la ocupación militar que se da en el Istmo desde 1904 con el nefasto Tratado Hay-Buneau Varilla. El Coloso del Norte sustituye nuestra bandera por la de las barras y las estrellas para asegurar su expansión imperial. Pero desde ese mismo instante surge la determinación de los panameños de enfrentarse a su arrogancia y poner fin a la perpetuidad de su presencia en la zona canalera. La perpetuidad sólo les duró 97 años.
Guillermo Andreve y la generación de Acción Comunal levantan, con hidalguía y dignidad, la bandera de la plena jurisdicción institucional en nuestro territorio. Pero son los jóvenes de la Federación de Estudiantes de Panamá los que plantean, sin concesiones, el rechazo total al Convenio Filós-Hines y a la pretensión de Estados Unidos de establecer más de 136 bases militares en todo el país.
Luego la Generación del 58 siembra de banderas la Zona del Canal con la Operación Soberanía y la Marcha Patriótica del 3 de Noviembre de 1959. Pero esa saga histórica se llena de gloria con los actos del 9 de enero de 1964 cuando los institutores del Nido de Águilas marchan al enclave canalero para exigir el cumplimiento del Acuerdo Kennedy-Chiari de izar nuestra enseña nacional en todos los sitios públicos del territorio colonizado.
La estulticia de los zonians provoca la masacre del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964. Se niegan a cumplir lo pactado, se oponen como población colonial al derecho de los panameños de ver ondear su bandera en la gran zanja. Los zonians desconocían el coraje, heroísmo y sacrificio de una comunidad nacional por defender su integridad territorial. Los mártires y héroes de esa gesta nos recuerdan que no se puede avasallar a una nación como la panameña.
Recordar la acción patriótica de enero de 1964 es hacerle un homenaje emocionado a Panamá, a su juventud insobornable. En cada panameño hay una bandera enclavada en un corazón que reclama justicia.
Nota. Recomiendo la lectura en Memoria de mis memorias del ensayo La patria estudiantil panameña y la novela El Desenterrador de Ramón Fonseca Mora, las dos obras hacen referencia a los trágicos sucesos del 9 de enero.
Asimismo es indispensable la lectura de la 3ª. ed. corregida y aumentada de Los rostros del tiempo. En enero puede adquirirla en Exedra, Ribasmith y La Cultural Panameña. Está dedicada a Ezequiel González Meneses y Ezequiel González Núñez héroes de la Marcha Patriótica del 3 de noviembre de 1959.
Pronto, muy pronto podrá leer Los rostros del tiempo en su 3a.ed. corregida y aumentada, el libro del 2010. La obra que todo panameño debe leer. Estará en Exedra, Ribasmith y La Cultural Panameña.
La nación panameña tiene una historia fascinante y maravillosa, en los quinientos años de su devenir épico desarrolla una lucha permanente por la libertad.
Desde Quibián, Urracá, Bayano, Felipillo, Pedro Prestán, León A. Soto, Victoriano Lorenzo hay coincidencia por afirmar ese ideal de solidaridad social.
Con el canal estadounidense nos enfrentamos a la prepotencia de su política colonial, manifiesta en la ocupación militar que se da en el Istmo desde 1904 con el nefasto Tratado Hay-Buneau Varilla. El Coloso del Norte sustituye nuestra bandera por la de las barras y las estrellas para asegurar su expansión imperial. Pero desde ese mismo instante surge la determinación de los panameños de enfrentarse a su arrogancia y poner fin a la perpetuidad de su presencia en la zona canalera. La perpetuidad sólo les duró 97 años.
Guillermo Andreve y la generación de Acción Comunal levantan, con hidalguía y dignidad, la bandera de la plena jurisdicción institucional en nuestro territorio. Pero son los jóvenes de la Federación de Estudiantes de Panamá los que plantean, sin concesiones, el rechazo total al Convenio Filós-Hines y a la pretensión de Estados Unidos de establecer más de 136 bases militares en todo el país.
Luego la Generación del 58 siembra de banderas la Zona del Canal con la Operación Soberanía y la Marcha Patriótica del 3 de Noviembre de 1959. Pero esa saga histórica se llena de gloria con los actos del 9 de enero de 1964 cuando los institutores del Nido de Águilas marchan al enclave canalero para exigir el cumplimiento del Acuerdo Kennedy-Chiari de izar nuestra enseña nacional en todos los sitios públicos del territorio colonizado.
La estulticia de los zonians provoca la masacre del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964. Se niegan a cumplir lo pactado, se oponen como población colonial al derecho de los panameños de ver ondear su bandera en la gran zanja. Los zonians desconocían el coraje, heroísmo y sacrificio de una comunidad nacional por defender su integridad territorial. Los mártires y héroes de esa gesta nos recuerdan que no se puede avasallar a una nación como la panameña.
Recordar la acción patriótica de enero de 1964 es hacerle un homenaje emocionado a Panamá, a su juventud insobornable. En cada panameño hay una bandera enclavada en un corazón que reclama justicia.
Nota. Recomiendo la lectura en Memoria de mis memorias del ensayo La patria estudiantil panameña y la novela El Desenterrador de Ramón Fonseca Mora, las dos obras hacen referencia a los trágicos sucesos del 9 de enero.
Asimismo es indispensable la lectura de la 3ª. ed. corregida y aumentada de Los rostros del tiempo. En enero puede adquirirla en Exedra, Ribasmith y La Cultural Panameña. Está dedicada a Ezequiel González Meneses y Ezequiel González Núñez héroes de la Marcha Patriótica del 3 de noviembre de 1959.
Pronto, muy pronto podrá leer Los rostros del tiempo en su 3a.ed. corregida y aumentada, el libro del 2010. La obra que todo panameño debe leer. Estará en Exedra, Ribasmith y La Cultural Panameña.