martes, 8 de enero de 2013

El Desenterrador, Por Ricardo Arturo Ríos Torres


    La historia se hace personaje literario cuando ese acontecer trasciende su localidad y se universaliza.

    Ramón Fonseca Mora, enfrenta con osadía quijotesca, tanto los trágicos sucesos del 9 de enero de 1964 como la violencia institucional promovida por la dictadura militar de Torrijos, Paredes y Noriega. Asimismo, abre las puertas del Infierno al abordar la alucinante y morbosa experiencia de una secta de asesinos en la búsqueda afanosa de la energía vital del alma.

Creación literaria barroca o posmodernista.

    Si la temática de El Desenterrador es explosiva, controversial, polémica y sin concesiones conceptuales, también lo es la propuesta literaria de una novela que rompe paradigmas.

    Con estilo singular, Ramón Fonseca Mora,  inicia sutilmente el electrizante texto, al ofrecernos desde el principio las claves de la trama central de una composición literaria excepcional. Son las pistas de un entramado excitante y novedoso.

    La estructura multitemática con puntuales conjuntos narrativos, atrapa al lector y lo agobia con una carga emocional que lo hace sufrir, llorar, reír, rechazar, identificarse, amar y odiar todo lo que ocurre. Fonseca Mora  es hábil al entrecruzar, con creciente suspenso y con el uso de los tiempos simultáneos todas las pasiones humanas. Siempre hay un contrapunto, matices de un modo de ser pleno de ambigüedades como de metas definidas. Eso hace de El Desenterrador una novela diferente e interesante. El Desenterrador es un coro polifónico con  múltiples voces narrativas, Bill, Soledad, Jorge, Anabella, Miguel y sobre todo Urbano,  expresan sus ambivalencias, temores y sentimientos. Ellos rompen la típica monotonía y secuencia lineal de otras narraciones que nos abruman con su inmovilismo literario.

    El Desenterrador  es otra cosa, aquí todo es un enigmático rompecabezas de sorpresas,  el lector  como protagonista coloca, desde su perspectiva, las piezas esenciales hasta encontrar el eje subyacente de una extraordinario drama existencial. Otro detalle de relieve, en el diseño literario, es el estilo dialogado que le da  a la lectura una dinámica original, sustentada por descripciones puntuales de ambientes y protagonistas, que permiten al lector participar en la trama, al asumir un rol principal. Otro valor sustancial es que la narración tiene detalles poéticos con metáforas significativas, eso le da musicalidad a la prosa.

    El Desenterrador exige una lectura con horizontes abiertos, una actitud libre de prejuicios, es una obra para lectores con imaginación.

Temática como un tsunami.

       Nos atrevimos a atravesar la frontera prohibida y desafiar
      a todos los que consideraban un gigante imposible de vencer.

    Ramón Fonseca Mora, como ola huracanada, remueve el subsuelo del alma humana, nada es igual después de la lectura del Desenterrador.

    Narra los trágicos acontecimientos del 9 de enero de 1964 desde ópticas distintas. La marcha de los estudiantes del “Nido de Águilas” hasta los incidentes con los “zonians” en la Escuela de Balboa es emocionante, nos hace sentir la serenidad, valentía y determinación de una juventud heroica. También nos mete en la piel de esa población colonialista que siente como suyo ese territorio canalero, son dos fuerzas antagónicas que chocan con vehemencia. Bill es la voz de la arrogancia imperial. Vivimos esos momentos de caos, destrucción y muerte, de angustia e impotencia ante la agresión del Coloso del Norte, nos duele el constante “plin, plin” de las balas asesinas.

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       El diablo  visitó a Panamá hace treinta años, en una
      tempestad de dolor y muerte que arrebató a muchos
     su niñez, su juventud.

    Otra de las historias paralelas, es  “la desaparición” de las víctimas de la dictadura militar que ensombreció este país por más de veinte años. Esos crímenes todavía están silenciados por un muro de tinieblas y perversidad de un ente judicial corrupto.

    Ramón Fonseca Mora confronta con  valor el caso particular de “Menéndez” (Heliodoro Portugal), en esa muerte hubo violencia, tortura, sadismo y maldad… es la constante búsqueda de muchos otros como Floyd Britton, Héctor Gallegos y  Rita Ward. Los dolores del pasado son todavía profundos…

¿Quiénes están furiosos con El Desenterrador?

    Los que desean silenciar la gesta heroica de la juventud panameña en la recuperación de nuestra plena jurisdicción en el área canalera, los que hacen los grandes negocios con las tierras revertidas, los que se opusieron a esa lucha generacional iniciada desde el mismo día en que se firmó el Tratado Hay-Bunau Varilla, el 18 de noviembre de 1903.

    Los panameños con sangre, dolor y lágrimas le pusimos término a la “perpetuidad canalera”.

    Están furiosos los que manejan a su antojo los millones de la ruta canalera.

    Están furiosos con el desentierro de los esqueletos de los asesinados por el régimen militar, los que hacen todo lo posible para cubrir con sus montañas de mentiras, traición y dolor esos hechos abominables. Los que quieren que seamos un país de castrados, aún el peso de la dictadura se siente por doquier.

    Ramón Fonseca Mora también está furioso pues aún no puede encontrar los restos de su amigo el sacerdote Héctor Gallegos, viven con furia las madres, esposas, hijos y amigos de los desaparecidos por ese corrupto régimen militar y civil que ensombreció la dignidad nacional.

    Con El Desenterrador, Ramón Fonseca Mora desentierra sus obsesiones, es un grito para que la tierra y el mar saquen a la luz los cuerpos ocultos de panameños decentes que lucharon por una sociedad más justa.

Perfil del autor.
    Ramón Fonseca Mora es un escritor que se renueva con cada nueva obra, es multitemático, siempre se supera en cada uno de sus diseños narrativos, es un innovador de estilos, nos prueba que la literatura no se improvisa, que requiere de muchas lecturas y de estudios permanentes.

    El Desenterrador pone al Panamá Literario en el ámbito mundial, Ramón Fonseca Mora es sin duda uno de los mejores narradores panameños de todos los tiempos.

    El Desenterrador es la expresión genuina del Panamá profundo que conceptualizaron Ángel Rubio y Carlos Manuel Gasteazoro desde la perspectiva del conocimiento real de nuestra geografía e historia y que Rodrigo Miró sintetiza en su Teoría de la Patria.

    Como oriundo de Taboga, me sentí halagado pues Ramón Fonseca hace de la “isla mágica” de Sinán y de Richard Brooks, el centro geográfico de su espectacular trama.

Referencia Bibliográfica.
Fonseca Mora, El Desenterrador/ Costa Rica: Alfaguara, 2007. 430p.

 Nota.  En mi libro Memoria de mis memorias incluyo el ensayo “Aproximación al Panamá literario” con comentarios del haber bibliográfico de Ramón Fonseca Mora, así como un anexo con distintos modelos de cómo se hace crítica literaria.

Memoria de mis memorias es una antología de cuatros ensayos:

“Don Amor y la Celestina”, análisis de dos clásicos de la literatura medieval  El libro del buen amor de Juan Ruiz y la Celestina de Fernando de Rojas.

 “Aproximación al Panamá literario contemporáneo”

 “La patria estudiantil panameña”, análisis histórico de las luchas de la juventud panameña y sobre todo un Homenaje a la Generación del 58 con sus hechos relevantes como la Operación Soberanía (2 de mayo 1958), los trágicos sucesos de Mayo con más de 30 muertos, la Marcha patriótica del 3 de noviembre a la Zona canalera de 1959, los sucesos de enero de 1964 y el levantamiento de Cerro Tute.

 En el último ensayo “SOY el Chagres. Matriz del devenir histórico de la nación panameña”, el río cuenta su historia, es el devenir de la nación panameña.

También recomiendo Los rostros del tiempo en su 3ª.ed. corregida y aumentada. Son ensayos históricos, filosóficos y sociales.

Hoy cuando el MEDUCA atenta contra el Panamá literario, histórico y cultural invito a cerrar filas con el Movimiento por el Rescate de la Identidad y Memoria Histórica.

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