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lunes, 7 de julio de 2014
QUEREMOS CAMBIOS REALES Y PROFUNDOS EN LA POLÍTICA DE DERECHOS HUMANOS.
La Unión de Ex Prisioneros Políticos de Chile lucha por Verdad, Justicia y Reparación. Pero, refiriéndonos a la verdad no sólo nos preocupa la Verdad Histórica. También debemos ocuparnos de la verdad de HOY. Que se sepa lo que ocurre actualmente con las víctimas. No nos estamos refiriendo a aquellos sobrevivientes excepcionales que lograron surgir y sobreponerse a las terribles secuelas de la prisión y tortura, sino hablamos por aquellos en que la huella dejada no ha podido borrarse y que nunca más han levantado cabeza: los que siguen olvidados, humillados, abandonados en la peor de las miserias.
Por eso, es vergonzoso que se oculte la verdad. Que se haga creer a la ciudadanía y a la Humanidad que Chile ya ha pagado su deuda con las víctimas. La verdad es que hasta el reconocimiento nos llegó muy tardío. Pasaron trece años de transición para que el país escuchara el discurso del Presidente Lagos “No hay mañana sin Ayer”, en que se reconoció oficialmente que teníamos decenas de miles de víctimas olvidadas y postergadas: los prisioneros políticos y torturados. Pero, el Mandatario optó por solicitar a la Comisión Valech que le recomiende “medidas austeras y simbólicas” para compensar a aquellas víctimas que no hayan tenido aún ninguna forma de reparación. Fue así como optó por legislar otorgando apenas austeras medidas derehabilitación de carácter subsidiaria en materia previsional y de un supuesto beneficio educacional, simbólico puesto que favorecía a adultos mayores que no estaban ya en condiciones de estudiar. La pensión reparatoria vitalicia estaba condicionada a que se careciera de previsión, dado que se la declaró incompatible con cualquier pensión dada a los exonerados políticos e incluso se privó del beneficio a quienes gozaban de una modestísima pensión asistencial.
Si se omite pagar tales deudas, de hecho, el daño sigue acrecentándose. Las consecuencias se siguen sufriendo hoy y continuarán mañana provocando efectos tremendamente negativos. Esa terrible frustración se acrecienta y es compartida por toda la familia. No es sólo pena sino rabia que se seguirá acumulando aumentando la desconfianza en las instituciones del Estado, sus funcionarios y toda la clase política que pasa a ser responsable no sólo de insensibilidad sino de ignorancia o cobardía moral.
Exigimos que el Estado se haga cargo de las deudas aún pendientes con las víctimas de la Dictadura. Por ello compartimos los compromisos de la Nueva Mayoría contenidos en su Programa de Derechos Humanos, programa de gobierno que la ciudadanía hizo suyo y eligió con una enorme mayoría a nuestra Presidenta de la República.
Advertimos que el Gobierno no debe tomar el tema de las reparaciones con vista sólo al enorme costo de las indemnizaciones y seguir postergando la solución. El Estado que sin piedad ha atropellado los derechos humanos debe dar a la Humanidad reales “garantías de no repetición”; es decir, si la deuda es enorme “se debe pagar aunque duela”. Por eso el monto elevado no debe asustar o hacer desistir a los políticos bien intencionados, sino buscar una solución eficaz que satisfaga las expectativas de las víctimas o familiares y lo más apropiado es que el país busque financiamiento en un crédito internacional para pagar sin más dilación la indemnización justa y adecuada que se establece como principal obligación del Estado en el artículo 14 de la Convención Internacional Contra la Tortura.
El crédito internacional, como deuda del Estado, deberá amortizarse durante una veintena de años con una partida especial del Presupuesto Nacional. Ello permitirá que periódicamente se recuerde el daño cometido, que ello se debe pagar y también será unagarantía real de que las atrocidades no se volverán a repetir. Si no se pagare la deuda sería una clara señal de que la triste y lamentable historia volverá a repetirse, dado que al Estado le sale gratis torturar, asesinar o hacer desaparecer a los ciudadanos.
Hacemos un llamado a los medios informativos a que muestren esa patética y dolorosa verdad, que se refiere a la mísera existencia en que sobreviven la gran mayoría de las víctimas. Lo mismo, a políticos de todos los colores, pedimos que no cierren los ojos a la triste realidad en que se mantienen todavía hoy los sobrevivientes de tortura y su familia. Al mismo tiempo, que velen por que nuestra legislación garantice a la víctima de tortura el derecho a una indemnización justa y adecuada, como se manda en la ley internacional.
Santiago, 26 de junio de 2014
jueves, 26 de junio de 2014
Museo de la Libertad y Los Derechos Humanos - Boletín # 4
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domingo, 9 de junio de 2013
Un día como hoy 9 de junio de 1971
El Sacerdote Jesús Héctor Gallego, misionero que lucha
por la redención de los campesinos de Veraguas, después de sucesivos actos de provocación,
es secuestrado y desaparece de forma misteriosa, sin dejar rastro alguno. El régimen militar lo
consideraba una amenaza, por sus actividades cooperativas desarrolladas en
Santa Fe de Veraguas.
El asesinato del
sacerdote católico y líder de la cooperativa campesina, significó para el régimen Militar enfrentar manifestaciones de
rechazo multitudinario, en un momento en que ya finalizaba su campaña de
intimidación y asesinatos.
Reproducimos el informe de la comisión de la verdad
Jesús
Héctor Gallego Herrera. CV-DO 3 5-01
Desaparecido. Santa Fe, provincia de
Veraguas, 9 de junio de 1971.
Rostro
de la víctima
Héctor Gallego tenía 33
años de edad, de nacionalidad colombiana. Era sacerdote católico, responsable
de la Iglesia de Santa Fe, Veraguas.
Los
hechos
El padre Héctor Gallego
fue obligado por dos sujetos a que se montara en un jeep con capota blanca, la noche
del 9 de junio de 1971, según lo declaran los testigos Jacinto Peña y Clotilde
Toribio de Peña en las sumarias del caso.
Dos hombres se
presentaron a la residencia de Jacinto Peña Abrego, ubicada en la población de
Santa Fe, en la provincia de Veraguas preguntando por el padre Gallego. El
Padre contestó el llamado, lo que despertó a los esposos Peña.
Según (testigo), él no
pudo distinguir los rostros de las personas que llegaron, porque se quedó
dentro de la casa, mientras Gallego conversaba con esas personas. Pero sí
escuchó que le decían al Padre que debía acompañarlos al cuartel por orden
superior. "El Padre se negó en un principio, pero al decirle alga en voz
baja, el Padre accedió y volvió al interior de la casa a vestirse... le pidió
(al testigo) que se callara y se fue siempre con los mismos".
Tanto Jacinto como
Clotilde vieron cómo el Padre caminaba entre los dos hombres que lo llevaban y
escucharon un chillido del Padre; salieron para verlo, pero los hombres se
montaron con él en el jeep de capota blanca y salieron rápidamente del lugar. A
partir de ese momento, no supieron más de él.
Varios testimonios de
personas de Santa Fe involucran a los miembros de la Guardia Nacional,
Melbourne Walker, Eugenio Magallón y Oscar Agrazal, ya que efectuaron viajes al
lugar preguntando por el padre Gallego, en los días anteriores a su
desaparición.
Actividad
judicial
Las investigaciones del
caso las inicia, de oficio, la Procuraduría General de la República, que
comisiona al Fiscal Segundo del Circuito de Veraguas para continuarlas, y las
reasume nuevamente la Procuraduría, que posteriormente las remite a la Fiscalía
Primera Superior del Segundo Distrito Judicial, que solicita se dicte Auto de
sobreseimiento provisional, de carácter impersonal. La solicitud es acogida por
el Tribunal Superior del Segundo Distrito Judicial mediante Auto de fecha 26 de
junio de 1973.
El 23 de enero de 1990,
la Iglesia Católica solicita la reapertura de las sumarias y el Tribunal
Superior del Segundo Distrito Judicial la acoge. A partir de esta reapertura el
3 de enero de 1991, la Fiscalía Especial solicita se abra causa criminal contra
Nivaldo Madriñán Aponte, Melbourne Constantino Walker Nevans, Eugenio Nelson
Magallón Romero y Oscar Alberto Agrazal Jiménez, miembros del S-2 y G-2,
solicitud que es acogida por el Tribunal Superior del Segundo Distrito
Judicial, mediante Auto de 5 de abril de 1991.
Los señores Melbourne
Constantino Walker Nevans, Eugenio Nelson Magallón Romero (juzgado en ausencia)
y Nivaldo Madriñán Aponte, son juzgados en conciencia y condenados a quince
años de prisión cada uno, en calidad de cómplices primarios. Se les aplicó,
además, la pena accesoria de inhabilitación para ejercer funciones públicas,
también por el término de 15 años, una vez cumplida la pena principal.
El señor Oscar Alberto
Agrazal Jiménez es juzgado en derecho y absuelto de toda responsabilidad. Se
presentó una apelación contra la sentencia de condena emitida por el Tribunal,
la cual fue negada. El día 29 de noviembre de 1994, la Corte Suprema, Sala de
lo Penal, confirma la pena de 15 años de prisión emitida por el Tribunal
Superior del Segundo Distrito Judicial.
Actualmente, el señor
Eugenio Nelson Magallón permanece prófugo de la justicia, mientras que los
señores Walker y Madriñán cumplen su condena mediante depósito domiciliario por
problemas de salud.
Foto:
Archivo del Panamá América
La
Comisión de la Verdad considera:
- Hay suficientes elementos de convicción para concluir que Jesús Héctor Gallego Herrera fue detenido por la Guardia Nacional y desaparecido mientras se encontraba bajo custodia de ese cuerpo armado.
- Por lo tanto, puede concluirse que se cometió contra él la violación de su derecho a la vida, consagrado en el artículo 19 de la Constitución de 1946, en el artículo 1 de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y en el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y se violó igualmente el principio de la firma de buena fe de los convenios y tratados, el artículo 4, sobre derecho a la vida, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita, aunque no ratificada, por la República de Panamá.
Foto: Archivo del Panamá América
miércoles, 4 de enero de 2012
Un día como hoy, 4 de enero:
De 1902: Felipe Bunau Varilla hace una oferta definitiva de 40 millones de dólares por las instalaciones del Canal Francés a la Comisión Walker que realiza los estudios sobre la ruta Interoceánica que debe adoptarse para construir el Canal por el Istmo de Centro América.
De 1990: El Dictador Manuel Antonio Noriega, asilado en la Nunciatura Apostólica, decide entregarse al ejército Norteamericano quienes lo trasladan al estado de Florida en donde es juzgado por narcotráfico.
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