domingo, 19 de febrero de 2017

¡Ramón sí tiene quien le escriba!

Por Ricardo Arturo Ríos Torres 
                                                                               
                                         
Cuando un libro es bueno se basta a sí mismo                      
                                                                                        Sir Richard Brooks

Rosa María Britton me presentó a Ramón Fonseca Mora cuando me facilitó el manuscrito de su novela La danza de las mariposas. No tenía idea de quién era el autor solo me dijo es un amigo y quiere tu opinión. En ese momento escribía mis reseñas de críticas literarias en los periódicos locales.

La lectura me gustó, le hice más de dieciocho observaciones y cuando me entrevisté con Ramón, descubrí que era abogado y asistía a talleres de entusiastas jóvenes con ganas de narrar sus vivencias.

Le expuse mis críticas y él solo me miraba con expectación, al final me contestó que agradecía la anotación de sus errores y que inmediatamente haría las correcciones necesarias.

Me impresionó su humildad y del texto con más de ochocientas páginas quedó una novela que ganó el Premio Ricardo Miró en 1994 con 255 páginas.
La Danza de las mariposas irrumpía en el Panamá literario con un escritor de trascendencia nacional y pronto en otras latitudes. Así surge una amistad literaria.

La USMA procrea el Círculo de Lectura que nace de mi cátedra de Cultura Literaria. Ramón, Juan David Morgan, Ernesto Endara, Rosa María Britton, Pedro Ernesto Vargas, Javier Riba, Roberto Motta, Enrique Jaramillo Levi, Rose Marie Tapia y muchos otros nos apoyan, y el CLEC  se convierte en la principal plataforma de lanzamiento de los autores panameños e internacionales.

La creación literaria se dispara con narraciones significativas como La isla de las iguanas y otros relatos, La Ventana abierta, El desenterrador, Míster Politikus y el drama 4 mujeres vestidas de negro. Soñar con la ciudad (1998) es el segundo galardón en novela que gana Ramón Fonseca Mora en el Concurso Ricardo Miró.

Humberto López Cruz catedrático en la Universidad de Orlando en la Florida, poeta y ensayista, crítico literario y periodista cultural avala sus obras en diversas revistas de Estados Unidos y Puerto Rico y las incluye en sus libros sobre las letras panameñas.

Jorge Consuegra catedrático, escritor, crítico literario, periodista cultural colombiano promueve sus textos internacionalmente y logra que Alfaguara de Colombia compre los derechos de Ojitos de Ángel, que tenía Alfaguara de Panamá y lo hace el libro más vendido en su Suramérica con más de 75,000 ejemplares. Luego Alfaguara de España adquiere sus derechos y lo divulga en la península ibérica. Ramón Fonseca Mora se gana con su talento la trascendencia literaria en el mundo hispánico.

Ojitos de Ángel es leído su manuscrito por mis estudiantes de la Cátedra de Cultura Literaria de la USMA y del Círculo de Lectura, aprueban el texto y Ramón gana un concurso internacional en Colombia de literatura para jóvenes. La composición literaria es llevada al teatro en Colombia y Panamá.

Ramón patrocina los concursos literarios, en especial los de Enrique Jaramillo Levi y respalda la revista MAGA. Ayuda a escritores noveles en sus publicaciones. Organiza con la Fundación Ojitos de Ángel un seminario taller para los que desean conocer las técnicas literarias y de allí surgen dos nuevos escritores panameños.

Ramón presenta algunas de sus obras literarias en Costa Rica y Argentina.  El Círculo estudiantil Camilo Torres de la Universidad de Panamá es el eje de su activa militancia contra la dictadura militar de Torrijos, Paredes y Noriega. Conoce a Héctor Gallegos y con él visita a los Bókotas en la Serranía del Tabasará, y de sus tradiciones nace el Jujunal, el mono gigante protagonista de su novela La Ventana Abierta.  Ramón es incansable en la lucha por conocer la verdad del asesinato de su amigo Héctor Gallegos.

Una distinguida columnista en su diatriba política contra Ramón Fonseca Mora lo califica de “pseudoescritor”, la expresión es desafortunada y producto de su antipatía personal, le resta credibilidad como promotora literaria.

Los lectores son los mejores jueces de un escritor, ellos son los que hacen de un libro un clásico, y Ramón Fonseca Mora sí tiene quien le escriba y rinda testimonio de su trascendencia como escritor.
Nota.  Recomiendo mis libros Musas del Centenario y Memoria de mis memorias para ampliar información sobre el haber bibliográfico de Ramón Fonseca Mora. Los libros de Humberto López Cruz están en la Biblioteca Nacional.

Panamá, 15 de febrero de 2017.


miércoles, 1 de febrero de 2017

¿Quiénes somos?

¿Quiénes somos?

Por Ricardo Arturo Ríos Torres

La nación es la comunidad con afinidades emocionales, culturales espirituales y una identidad singular.

El devenir de Panamá como nación lo inicia en el Siglo XVI.

Somos la hija natural de un parto difícil, doloroso y traumático. Las aves de rapiña nos violan físicamente, pero conservamos la virginidad del alma.

Somos una nación aluvional y laberíntica.

Somos heterogéneos, de múltiples herencias, la diferencia nos caracteriza.

Somos muchos rostros en uno.

Somos una nación multicolor, pluricultural.

Somos el hermoso mestizaje de un activo proceso de interfecundación colectiva.

Somos la raza cósmica de José Vasconcelos.

Somos una esponja que recibe las aguas bautismales de diversas latitudes, aquí se licúan y surge una personalidad sumativa, con identidad propia: La nación panameña.  De todo lo sucedido aquí queda la huella ontológica. El proceso creativo es permanente.

Somos tolerantes, receptivos a las innovaciones, somos cosmopolitas.

Somos una nación cinética, aquí el cambio es cotidiano. El ser nacional se construye día a día con trabajo responsable, el talento, sacrificios y anhelos de los que edifican la patria común.

La conciencia de pertenencia hace posible la épica de la Soberanía y orienta a la juventud en la saga nacionalista que elimina el enclave colonial.

El pasado es algo vivo para los panameños, siempre presente; es el sitio donde están los aciertos y errores. Lope de Vega en 1613 publica La Dama Boba e introduce con ironía y humor el estribillo oral Viene de PANAMÁ.
El primer perfil del panameño surge en el Siglo XVII:

Somos diferentes a los criollos de Tierra Firme, vestimos con trancelín en el sombrero, cadenita de oro al cuello, la daga en banda colgando, de fácil vocablo, enfadosos y mal criados. Agrego con dientes de oro.

Somos el país espejo con arquetipos como José Domingo Espinar, Tomás Herrera y Eusebio A. Morales.

Somos hijos del conflicto de intereses mundiales como los Panama Papers. Somos seres paradójicos, de dualidades. El acontecer panameño es el aprendizaje del infortunio, nada debe avergonzarnos ni excluir, superamos el dolor y el odio al cicatrizar las heridas con nuevas esperanzas.

Somos de radicales extremos con decisiones instantáneas, del culto a lo inmediato, impulsivos; nada nos sujeta, ningún patrón o modelo.

Somos peculiares al resolver las penurias ante la crisis permanente que nos agobia. El estilo de vida se da al adaptarse a cualquier circunstancia, en tiempos de Noriega cerraron los bancos y sobrevivimos con astucia.

Somos efímeros, sin el sentido institucional. La improvisación es lo habitual. La hora panameña nos hace llegar tarde, todo lo dejamos para última hora.

Somos irresponsables al ignorar que el tiempo es oro.

El juega vivo, herencia colonial y perfeccionada aquí, nos lleva a buscar lo fácil, al nunca acatar las leyes y burlarse del orden establecido; nos valemos del amiguismo y la influencia.

La ganancia especulativa sin pudor es la norma como los negociados de Odebrecht y el saqueo de los fondos públicos con contratos leoninos, el gobierno de Martinelli es el ejemplo más reciente.

Somos del montón, pasamos agachados ante cualquier problema. La mediocridad al hacer lo mínimo, es el modelo a seguir.

Somos adictos a la filosofía del azar, la lotería es nuestro Dorado. Sálvese quien pueda es la consigna.

Somos fiesteros con, cualquier excusa celebramos una rumba. El eterno carnaval con imágenes burlescas y mascaradas que lo disfrazan todo es la conducta de la mayoría.

Gaspar Octavio Hernández, lo expresa así: Nos ridiculizamos mutuamente. Nos devoramos a dentelladas como fieras enemigas. Nos destrozamos en justas inútiles y risibles. Entre nosotros impera un estado de inercia, mucha intolerancia y prevalece un ambiente deletéreo. Desdeñamos lo propio y aplaudimos lo que procede del exterior. Somos un país donde la farsa, la adulación y la ruin astucia impera.

Somos solidarios, desprendidos y generosos.  Ayudamos cualquier causa.

Somos hospitalarios, el extranjero se siente en casa.

El alma nacional con lírica y música canta:

Panamá es el arrojo del conquistador,
el mutismo del aborigen,
la sutil ironía del negro colonial,
la sed de lejanía del oriental
y los sueños del mestizo por hacer realidad
la patria de los afectos.

Recomiendo para más información la lectura de Los Rostros del Tiempo.

Panamá, enero 2017.